domingo, 30 de noviembre de 2008

ANOCHE




Anoche me acosté con un hombre y su sombra.
Las constelaciones nada saben del caso.
Sus besos eran balas que yo enseñé a volar.
Hubo un paro cardíaco.

El joven
nadaba como las olas.
Era tétrico,
suave,
me dio con un martillito en las articulaciones.
Vivimos ese rato de selva,
esa salud colérica
con que nos mata el hambre de otro cuerpo.

Anoche tuve un náufrago en la cama.
Me profanó el maldito.
Envuelto en dios y en sábana
nunca pidió permiso.
Todavía su rayo lasser me traspasa.

Hablábamos del cosmos y de iconografía,
pero todo vino abajo
cuando me dio el santo y seña.

Hoy encontré esa mancha en el lecho,
tan honda
que me puse a pensar gravemente:
la vida cabe en una gota.


Carilda Oliver


sábado, 29 de noviembre de 2008

LLAMADA VIDA




Ponerse al margen
asistir a un pan
cantar un himno

menoscabarse en vano
abrogar voluntades
refrendar cataclismos

acompañar la soledad
no negarse a las quimeras
remansarse en el tomado

ir de lo ceñido a lo vasto
desde lo opaco a la centella
de comisión al sueño libre

ofrecerse a lo parco del día
si morir una hora tras otra
volver a comenzar cada noche

volar de lo distinto a lo idéntico
admirar miradores y sótanos
infligirse penarse concernirse

estar en busca de alma diferida
preparar un milagro entre la sombra
y llamar vida a lo que sabe a muerte.


Ida Vitale



viernes, 28 de noviembre de 2008

AGOSTO, SANTA ROSA




Una lluvia de un día puede no acabar nunca,
puede en gotas,
en hojas de amarilla tristeza
irnos cambiando el cielo todo, el aire,
en torva inundación la luz,
triste, en silencio y negra,
como un mirlo mojado.
Deshecha piel, deshecho cuerpo de agua
destrozándose en torre y pararrayos,
me sobreviene, se me viene sobre
mi altura tantas veces,
mojándome, mugiendo, compartiendo
mi ropa y mis zapatos,
también mi sola lágrima tan salida de madre.
Miro la tarde de hora en hora,
miro de buscarle la cara
con tierna proposición de acento,
miro de perderle pavor,
pero me da la espalda puesta ya a anochecer.
Miro todo tan malo, tan acérrimo y hosco.
¡Qué fácil desalmarse,
ser con muy buenos modos de piedra,
quedar sola, gritando como un árbol,
por cada rama temporal,
muriéndome de agosto!


Ida Vitale


jueves, 27 de noviembre de 2008

GRATITUD





Gracias aroma
azul,
fogata
encelo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.
Oliverio Girondo,
agradecido.


Oliverio Girondo


miércoles, 26 de noviembre de 2008

Al final





A la memoria de Gregoria Borque y Felisa Ort





Búscame en lugares
donde la mirada de los búhos rojos
no habite en charcos ni en desiertos,
sino en bosques interminables.

Búscame en espacios libres
donde la nostalgia no afile sus cuchillos
sobre la memoria de la nieve.

Si al final de este laberinto,
tú y yo volvemos a encontrarnos
nos beberemos juntos el silencio de la noche
y cantaremos en tabernas encendidas
todas las canciones del mundo inhabitado.


Marta Navarro



martes, 25 de noviembre de 2008

Y ahora tendremos el resto




Y ahora tendremos el resto,
esa medida de arena
que dejan unos cuerpos tendidos en la playa.
Nada que no podamos soportar.

La desolación
es sólo un nuevo libro en blanco
donde guardar fotos,
alguna flor seca,
esbozar siluetas de pájaros,
y esas pequeñas palabras
que nos dijimos
a lo largo de los años.


Fernando Sarría


EL AMOR ESTÁ EN LO QUE TENDEMOS...




El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras ).

El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.

El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).

En cuanto recogemos y sembramos
(hijos, futuro).

Y en las ruinas de lo que abatimos
(desposesión, mentira)
por verdadero amor.


José Ángel Valente


lunes, 24 de noviembre de 2008

A galopar - Paco Ibáñez y Rafael Alberti

Los amorosos





Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.



Jaime Sabines



domingo, 23 de noviembre de 2008

A LA ESPERANZA VUELVO, A LA MADERA






A la esperanza vuelvo, a la madera
que construyó mis días importantes,
a la extraviada primavera
de antes.

A la justicia de mirarlo todo
como si me perteneciera,
que en fin de cuentas no hay un modo
de abandonar el hambre de la fiera.



Carilda Oliver


sábado, 22 de noviembre de 2008

EN TU INMENSA PUPILA




Me reconoces, noche,
me palpas, me recuentas,
no como avara sino como una falsa ciega,
o como alguien que no sabe jamás quién es la náufraga y quién la endechadora.
Me has escogido a tientas para estatua de tus alegorías,
sólo por la costumbre de sumergirme hasta donde se acaba el mundo
y perder la cabeza en cada nube y a cada paso el suelo debajo de los pies.
¿Y acaso no fui siempre tu hijastra preferida,
esa que se adelanta sin vacilaciones hacia la trampa urdida por tu mano,
la que muerde el veneno en la manzana o copia tu belleza del espejo traidor?
Olvidaron atarme al mástil de la casa cuando tú pasabas
para que no me fuera cada vez tras tu flauta encantada de ladrona de niños,
y fue a expensas del día que confundí en tu bolsa la blancura y la nieve,
los lobos y las sombras.
Ahora es tarde para volver atrás y corregir las horas de acuerdo con el sol.
Ahora me has marcado con tu alfabeto negro.
Pertenezco a la tribu de los que se hospedan en radiantes tinieblas,
de los que ven mejor con los ojos cerrados y se acuestan del lado del abismo
y alzan vuelo y no vuelven
cuando Tomás abre de par en par las puertas del evidente mediodía.
Tú fundas tu Tebaida en lo invisible. Tú no concedes pruebas.
Tú aconteces, secreta, innumerable, sin formular,
como una contemplación vuelta hacia adentro,
donde cada señal es el temblor de un pájaro perdido en un recinto inmenso
y cada subida un salto en el vacío contra gradas y ausencias.
Tú me vigilas desde todas partes,
descorriendo telones, horadando los muros, atisbando entre fardos de penumbra;
me encuentras y me miras con la mirada del cazador y del testigo,
mientras descubro en medio de tus altas malezas el esplendor de una ciudad perdida,
o busco en vano el rastro del porvenir en tus encrucijadas.
Tú vas quién sabe adónde siguiendo las variaciones de la tentación inalcanzable,
probándote los rostros extremos del horror, de la extrema belleza,
la imposible distancia de los otros, el tacto del infierno,
visiones que se agolpan hasta donde te alcanza la oscuridad que tengo,
hasta donde comienzas a rodar muerte abajo con carruajes, con piedras y con perros.
Pero yo no te pido lámparas exhumadas ni velos entreabiertos.
No te reclamo una lección de luz,
como no le reclamo al agua por la llama ni a la vigilia por el sueño.
O habría de confiar menos en ti que en las duras, recelosas estrellas?
¡Hemos visto tantos misterios insolubles con sus blancos reflejos, aún a pleno sol!
Basta con que me lleves de la mano como a través de un bosque,
noche alfombrada, noche sigilosa, que aprenda yo lo que quieres decir,
lo que susurra el viento,
y pueda al fin leer hasta el fondo de mi pequeña noche en tu pupila inmensa.



Olga Orozco


viernes, 21 de noviembre de 2008

En la hierba reposarás un día





En la hierba reposarás un día;
en la tierra derramarás tu fuerza.
Y yo estaré en el brote de la espiga
y en el rocío suave.

En la cima senil de tus montañas
tendrás acaso nieve
azotando los límites del mundo.
Y estaré allí también en ese instante.

Abrirás las ventanas a la brisa,
-un aire suave y fresco de magnolias
tu cara perfumada-
Y a la sombra del sol bajo la acacia
contemplarán tus ojos horizontes
escondidos entre inflamadas nubes.


Luego serás corriente de agua limpia,
mar de espuma rizada en tus cabellos,
jinete que galopa por el aire
sol intenso que abrasa las arenas...
Y también allí entonces
me encontrarás, amada.



Miguel Ángel Yusta


miércoles, 19 de noviembre de 2008

Ven que te coma el corazón



Ven que te coma el corazón,
manzana sin paraísos,
ven que te lleve dulcemente
a las entrañas de esta noche habitada.

Déjame que me hunda
en los besos espinosos de tu boca
en esta hora húmeda en la que mi cuerpo
te reclama dios.

Hoy, si tú quieres,
voy a ser todas las cosas
que nunca nos prometimos,
que nunca nos negamos,
las que siempre supimos.


Pura Salceda


lunes, 17 de noviembre de 2008

AMANTES




una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío


Alejandra Pizarnik


domingo, 16 de noviembre de 2008

Ser huella





Ser huella en la piel,
esa caricia que te devuelve al bosque.
Pasar desapercibido,
sólo traer a la memoria
la yema de tus dedos
templando sus recuerdos.


Fernando Sarría



a ti viva





A TI VIVA

Es tocar el cielo, poner el dedo
sobre un cuerpo humano.
Novalis

Cuando contemplo tu cuerpo extendido
como un río que nunca acaba de pasar,
como un claro espejo donde cantan las aves,
donde es un gozo sentir el día cómo amanece.

cuando miro a tus ojos, profunda muerte o vida
que me llama,
canción de un fondo que sólo sospecho;
cuando veo tu forma, tu frente serena,
piedra luciente en que mis besos destellan,
como esas rocas que reflejan un sol que nunca se hunde.

Cuando acerco mis labios a esa música incierta,
a ese rumor de los siempre juvenil,
del ardor de la tierra que canta entre lo verde,
cuerpo que húmedo siempre resbalaría
como un amor feliz que escapa y vuelve...

Siento el mundo rodar bajo mis pies,
rodar ligero con siempre capacidad de estrella,
con esa alegre generosidad del lucero
que ni siquiera pide un mar en que doblarse.

Todo es sorpresa. El mundo destellando
siente que un mar de pronto está desnudo, trémulo,
que es ese pecho enfebrecido y ávido
que sólo pide el brillo de Id luz.

La creación riela. La dicha sosegada
transcurre como un placer que nunca llega al colmo,
como esa rápida ascensión del amor
donde el viento se ciñe a las frentes más ciegas.

Mirar tu cuerpo sin más luz que la tuya,
que esa cercana música que concierta a las aves,
a las aguas, al bosque, a ese ligado latido
de este mundo absoluto que siento ahora en los labios.



Vicente Aleixandre



sábado, 15 de noviembre de 2008

ES RUBIA: EL CABELLO SUELTO...




Es rubia: el cabello suelto
Da más luz al ojo moro:
Voy, desde entonces, envuelto
En un torbellino de oro.

La abeja estival que zumba
Más ágil por la flor nueva,
No dice, como antes, «tumba»:
«Eva» dice: todo es «Eva».

Bajo, en lo oscuro, al temido
Raudal de la catarata:
¡Y brilla el iris, tendido
Sobre las hojas de plata!

Miro, ceñudo, la agreste
Pompa del monte irritado:
¡Y en el alma azul celeste
Brota un jacinto rosado!

Voy, por el bosque, a paseo
A la laguna vecina:
Y entre las ramas la veo,
Y por el agua camina.

La serpiente del jardín
Silba, escupe, y se resbala
Por su agujero: el clarín
Me tiende, trinando, el ala.

¡Arpa soy, salterio soy
Donde vibra el Universo:
Vengo del sol, y al sol voy:
Soy el amor: soy el verso!



José Martí


jueves, 13 de noviembre de 2008

Tu voz




Tu voz por el teléfono tan cerca y nosotros tan distantes,
tu voz, amor, al otro lado de la línea y yo aquí solo, sin ti, al otro lado de la luna,
tu voz por el teléfono tan cerca, apaciguándome, y tan lejos tú de mí, tan lejos,
tu voz que repasa las tareas conjuntas,
o que menciona un número mágico,
que por encima de la alharaca del mundo me habla para decir en lenguaje cifrado
que me amas.
Tu voz aquí, a lo lejos, que le da sentido a todo,
tu voz que es la música de mi alma,
tu voz, sonido del agua, conjuro, encantamiento.


Darío Jaramillo


miércoles, 12 de noviembre de 2008

ALGÚN DÍA




Algún día te escribiré un poema que no
mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.

Algún día te escribiré un poema sin pájaros,
sin fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.

Algún día te escribiré un poema que se limite
a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas;
algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.



DARÍO JARAMILLO




martes, 11 de noviembre de 2008

El lenguaje de las hormigas

VUELVE



Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, vuelve y tómame -
cuando del cuerpo la memoria se despierta,
y un antiguo deseo vuelve a pasar por la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
y las manos sienten como que tocan otra vez.
Vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...


Kostantinos Kavafis



lunes, 10 de noviembre de 2008

domingo, 9 de noviembre de 2008

Seré la luz


Seré la luz,
el fuego que encadena un bosque,
todos los días que el verano resiste,
el canto sin perdón de un oscuro mirlo,
la huella que deja una caricia,
la cicatriz de un carro en la tierra,
el agua de un charco
que sueña con volver al cielo,
un árbol, sí, seré un árbol
de fronda y humedad perenne
que guarde la sombra…
la que te debo dar para que crezcas.

Fernando Sarría


Alrededor de una cama





Alrededor de una cama no hay sombras
si acaso habita la desolación de dos cuerpos extraños
que buscan en la penumbra el rayo que ilumina al otro.
En los encuentros la piel arde
con el vaho de unos labios húmedos
y el sumergirse en ese océano
donde la palabra no existe,
sólo estelas que cruzar
e incendios en los que desvanecerse.



Fernando Sarría


viernes, 7 de noviembre de 2008

Apostilla




Apostilla
Cuando estás aquí,
desbaratas mis orillas arcillosas
como un río cálido,
reescribiéndome los cauces.

Soy en tus manos
porque en ti
mi piel me describe,
porque te abarco con mi yo
más pertrechado de mí misma.

Cuando no estás,
mi barro se desdibuja,
mi alma vuelve a su ánfora fría.

De entre las aguas posibles,
siempre elijo la sed
a ti debida.

Nadie puede ayudarme
entonces,
lo sé,
pero tampoco nadie puede robarte
de mi verdad.


Luz Amarga


jueves, 6 de noviembre de 2008

NO DECÍA PALABRAS






No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.


Luis Cernuda


miércoles, 5 de noviembre de 2008

CARTA DEL SUICIDA




CARTA DEL SUICIDA



Juro que esta mujer me ha partido los sesos,
Por que ella sale y entra como una bala loca,
Y abre mis parietales y nunca cicatriza,
Así sople el verano o el invierno,
Así viva feliz sentado sobre el triunfo
Y el estomago lleno, como un cóndor saciado,
Así padezca el látigo del hambre,
así me acueste
O me levante, y me hunda de cabeza en el día
Como una piedra bajo la corriente cambiante.

Así toque mi citara para engañarme, así
Se habrá una puerta y entren diez mujeres desnudas,
Marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen
Unas sobre otras hasta consumirse.

Juro que ella perdura porque ella sale y entra
Como una bala loca,
Me sigue a donde voy y me sirve de hada.



Gonzalo Rojas

martes, 4 de noviembre de 2008

Ha venido tu lengua



Ha venido tu lengua; está en mi boca
como una fruta en la melancolía.
Ten piedad en mi boca: liba, lame,
amor mío, la sombra.


Antonio Gamoneda


lunes, 3 de noviembre de 2008

Ser fugacidad o la mirada que nunca habita



Ser fugacidad o la mirada que nunca habita.
Cruzar lejos, detrás de los cerros.
Los pies de la niebla
se visten de rojo
y sus huellas
sangran de herrumbre.

Oigo pasos,
un tic tac de tiempo
que asola lo que toca.
Será verdad,
en este viaje
me perdí en la tristeza,
ese verso de soledad
que encierran los muelles
me ha dejado
estremecida el alma.


Fernando Sarría


domingo, 2 de noviembre de 2008

Tu risa




Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, por que tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
por que me moriría.


Pablo Neruda


Tus ojos pronuncian mi nombre




Tus ojos pronuncian mi nombre
con el mismo color que yo te pronuncio.
Si tú eres mío
soy yo el surco de la uña en la piel desesperada,
el diente que se clava en la noche,
los labios que moran dormidos en tu boca.
Somos hilo que se desanda,
laberinto de horas de ceniza,
el que abre caminos a hachazos
cuando el dolor es no poder retener
el aroma de la piel que se entrega .

Tu cuerpo es alfombra de gato
que reclama su celo
perpetuando paraísos.
Tus manos
manzana que yo muerdo
mientras jugamos a desafiar
la mirada envidiosa de los arcángeles.


Pura Salceda


sábado, 1 de noviembre de 2008

MULBERRY STREET





Dicen que arrodillarse es humillante.

Que es esta posición la del vencido,
del sumiso, del vil, del que renuncia
a la última esperanza de salvarse.

Que estar arrodillado en una calle,
en un templo o salón, afrenta incluso
a aquel que lo contempla y no lo impide.

Como afrenta una bomba que no estalla
a quien confiaba actuara su explosivo.

Sí. Es innoble actitud arrodillarse
delante de otro ser, cuando el sujeto
es pasivo. Mas no si éste es activo.

Porque hay una excepción en que es victoria,
gozo y satisfacción esta postura:
cuando el sexo la exige ansiosamente.

Entonces es divino arrodillarse.


José María Fonollosa