miércoles, 3 de junio de 2009

DESPUÉS DE PALESTINA




Dame briznas de fuerza, sonrisas de quirófano
que ayuden a vivir, que apetezca vivir
por este laberinto de cenizas y coches
desguazados y heridas
y restos de un sofá con las tripas al sol.
¿Debo beberme solo esta copa de sangre?

(Todas las lágrimas de la Osa Polar
se han metido en mis uñas,
son negras y violetas vísceras de septiembre,
cadáveres hinchados de Chatila y de Sabra).

Arranca de mi mano la espada de la tarta
de los recién casados.
Que coma el matarife las vísceras del cerdo,
que vomite en la nieve su dios de las limosnas.
¿Debo beberme solo esta copa de sangre?

Súbeme agua y rubor de muchachas
con ojos hechiceros y cabellos ciruela
antes de que cegasen los vientos subterráneos
los saltimbanquis de la luna.
Dile al poeta que se cortó la lengua
frente al Muro de Beit Surik
y arrojó a un muladar su gramática ardiente
que hay vida después de Palestina
y un arsenal de bálsamos
para su piel ajada.

Dibuja una melodía en los microsilencios
entre cada latido,
escribe en mi alma como en la arena de una playa
la frase que utilizó Walter Benjamin,
para resumir su obra y su vida:
“Sólo por aquellos que no tienen esperanza
nos está dada la esperanza”.


Ángel Petisme


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