sábado, 29 de agosto de 2009

CON EL AGUA HASTA EL CUELLO...




Con el agua hasta el cuello
levantarse
en el agua flotaban los restos de la cena

contener un minuto
el aliento
bajar hasta el cajón

allí duermen las tazas
un sueño blanco y cóncavo

saborear despacio el desayuno

lo ha conseguido
¡qué importa si no tienen compasión las palomas
que picotean sobre el plato!

y por eso sonríe -ella sabe por qué-
en la calle que asciende hacia el cielo de junio


Esperanza Ortega


1 comentario:

Olga Bernad dijo...

Hay gestos normales que son duras batallas... si el agua llega al cuello. Y nadie lo nota. Y las palomas no tienen compasión.
Qué sencilla y exactamente lo ha contado.
Quién sabe cuántas medias sonrisas de las que vemos por la calle son uno de estos premios en las guerras de cada cual.
Un beso.