domingo, 27 de junio de 2010

HOSPITALIDAD





La risa huele a raíz y a cielo despejado,
sabe todo lo que saben las luciérnagas.
La risa hace volar las cometas graves
del sueño en voz alta, desmandadas.
La risa es una comarca sin gobierno,
un barco cuya tripulación es el olvido.
Hay lugares sin daño. Allí
somos grumetes de barcos de papel
que construimos en la infancia.
Allí se verifica que el mundo
tiene dimensiones de verano,
el mismo tacto que la música.
En una casa enorme con todas
las puertas abiertas hubo
una pausa, una paz, un acuerdo,
un manojo de alegrías juntas.
Fuimos todos entonces madera
del mismo árbol que nadie,
nunca, conseguiría talar.



David Eloy Rodríguez


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