jueves, 14 de octubre de 2010

JARDÍN NOSTÁLGICO





Aquel jardín con estatuas olvidadas
olía a hierbabuena.
Las madreselvas florecían
y entre los macizos de lilas
las muchachas jugaban al sol.
La vida era hermosa en los atardeceres
feliz en la ignorancia de las rosas,
cegado por su belleza y el aroma
a primavera de aquellos eternos días.
Ha aprendido de la vida a amar el dolor
con ojos poblados de ternura
pero ignora tanto como entonces,
cuando solía navegar en el silencio
y la noche suspiraba por el alba.



Ricardo Fernández Moyano


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