lunes, 8 de noviembre de 2010

III de Americana




III




De 8 de la tarde a 8 de la mañana


los tipos duros de Hollywood siempre recuerdan a sus madres


los han hecho así, como las piedras.


Clint Eastwood llorando como una Magdalena ante la atenta mirada de su madre.


Mil o dos mil patadas en la tripa a actores baratos de reparto le ha costado cada estatuilla, es el sueño americano ¿no lo entiendes?


Sólo tienes que tomar cuanto quieras, sentirte así más grande, gozar de las ventajas del país libre.


El deseo americano, ay, el deseo más grande, el anhelo con el que rompes las placenta, con el que vives y rezas cada día. El deseo de una madre que no pone trabas, que no conoce límites porque ha nacido en el lugar más libre de la tierra.


De 8 p.m. a 8 a.m.


conozco el deseo americano, la mirada yankee desproporcionada, las desproporcionadas tretas del gigante cuando el sol se oculta a las 20 horas en Missouri o en Milwaukee, Minnesota o Minneapolis, se encienden todas las luces, luces más potentes, nada tienen que ver con las nuestras, nada, se encienden y no las apagan hasta que amanece, larga, excitante, incandescente noche eterna, yo te deseo.



Ignacio Escuín


1 comentario:

ybris dijo...

Recuerdo aquella tarde de lluvia desmedida:
En el stand de Eclipsados
Nacho y su Americana (y Almudena)
precedieron a Fernando y sus Hormigas.
Volveré a repasar el libro.

Un abrazo, Nacho.
Otro, Fernando.