sábado, 8 de octubre de 2011

TANGO AZUL







En una ocasión, la madera me tiroteó.
La historia tiene su punto. Te la cuento.

Nos ligaron en un coche robado,
nos cercaron,
nos mandaron bajarnos del buga
y apoyar las manos en el maletero para
cachearnos,
esposarnos,
llevarnos a comisaría. Era viernes.
El sábado tenía pensado estrenar ropa
para ir a la discoteca, todo maqueado,
a vacilar con las chorbitas. No lo pensé
dos veces, me di la vuelta y salí por pies.
La esquina de la salvación estaba cerca.
Uno de los maderos dijo, gritó:

¡Quieto ahí, hijo de puta, o te mato!

Disparó.
Me disparó a menos de cinco metros de distancia
y falló. Escapé. Estrené mi ropa nueva. Vacilé.

Sin embargo, lo importante no es esto.
Lo importante es lo que yo siempre digo:

debería haber acertado,

debería haberme matado en ese mismo instante,

cuando no le tenía miedo a la muerte,
cuando todavía era

feliz.



David González









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