sábado, 12 de noviembre de 2011

Ejercicios de Espiritualidad




DE ESE lugar con luz y sufrimiento
recuerdo sobre todo las noches,
las largas noches vacías
de un invierno enclaustrado,
el olor de la ropa a brasas
y caldera, la humedad
de la cama y el sueño
de los vivos.

Recuerdos de los curas
que fumaban Ducados
por amor a la verdad
y a los paisajes.

Una imagen santísima
que siempre acompañaba.
Era la voz de dios:
“¡Déjame en paz, te odio!”.

Y fue como entendí
que un solo día sin ti
es una vida
y ya he tenido cien
reencarnaciones.



Javier Sánchez Menéndez


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