viernes, 13 de enero de 2012

La casa triste






La casa esta triste,
observa el viejo ladrillo que llora en la calle,
y la piedra que, cubierta de musgo,
esta tendida en el tiempo de una esquina;
con sus ojos abiertos,
los postigos cuelgan ya solos del asombro.
La casa está triste;
de un balcón cuelga una lágrima,
de otro, un día triste como tantos,
y penden sombras que dejan crepúsculos
en los ángulos abandonados de la tarde,
mientras una raída cortina danza en las arterias,
como si el tiempo cabalgase
en su amarillento lomo de hilo.
La casa está triste;
clavada en el lodo
recuerda viejos tiempos
cuando la algarabía venía
abriendo sus ventanales blancos,
cuando crecían en su jardín
flores de sonrisas enamoradas,
árboles en cuyos frutos moraba la risa.
La casa está triste
aquellos tiempos azules se perdieron
cuando la vida dejó postrado
al último de sus habitantes
y se perdió en las calles del sollozo
bajo el triste lamento de las campanas.
La casa está triste;
El silencio habitó el vacío,
lo cubrió de polvo y tiempo
y dejó, tan solo el viejo calendario
marcando para siempre los días pasados.




José Cercas






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