jueves, 26 de abril de 2012

La muchacha vende su cuerpo




La muchacha vende su cuerpo como una copa de nácar,
como una huella, extranjera, venida del hielo,
y no le desagrada mostrar sus pechos de espuma y arena, negros
y azules, pezones de sal y amarillo.
Es la vida. Sobrevivir es el desafío.
Cruzan los automóviles, regresan tipos tristes
que hablan de sus abuelas
y de las casas que se derrumban, vuelven
los muchachos torpes que buscan la primera noche de amor.
Sexo.
La verdad es que no entiende casi nada de lo que le confiesan.
Ella se limita a abrir las piernas sobre la cama sucia.
Te amo, le susurra a alguien
mientras mira el cuadro de ciervos cazados, indiferente.
La estancia es horrible. Descubre
sus manos delgadas en el espejo, huele el vómito en la alfombra.
Pero qué maravilla seguir viviendo.
Mañana sirven paella en el restaurante. Y dan gratis café.
Por la noche los tertulianos hacen apuestas con la ruleta rusa.




José Luis Rodríguez García



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