miércoles, 24 de octubre de 2012

ORIGEN DEL HORMIGUERO



                


Y el pueblo comenzó a devorar

la luz de las palabras,

y de sus ojos voraces

quedaban restos de papel y tinta.

Eructaban versos prohibidos,

se volvían diabéticos con declaraciones de amor,

y dolía cada muerte como propia,

cada incendio en la carne,

cada silencio en su piel vacía.



Y la lectura los hizo vastamente conscientes

de su ridícula pequeñez.



–Deja el hormiguero, hija,

son gente muy triste.



Tomeu Ripoll Moyá









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