lunes, 14 de marzo de 2016



Tu mirada de óleo, me duele,

repasa mis sueños quemados de estío

y mis esperanzas presas de bostezos,

aunque sé que estás a tiempo

de incendiar cada mañana con tus ojos.


Quiero volver a casa, nuestra casa,

que sólo es un estado de ánimo,

pero allí encuentro tu piel vestida

de mayo florido, donde el ejercito cansado

de mi corte de milagros encuentra

el mesías que nos salva.


Allí, mi océano de paz está cubierto

por una pátina de aceite,

donde resbalan mis sufrimientos,

y en la calle, cuando comienza la tormenta

invoco tu nombre y se abren los mares.


Y en silencio, puedo percibir

que el futuro me ha llamado con tu voz.



Carmen Ruth Boillos


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